martes, 1 de mayo de 2012

Cosas sueltas.


Un par de cosillas que pensamos son interesantes y nos parece apropiado ayudar a su difusión.

En primer lugar, y esto no se puede considerar simplemente cosilla por su relevancia, está la permanencia en la División de Honor de rugby de nuestro vecino el Vigo R. C.

Recordemos cómo este equipo vio peligrar su ascenso por cuestiones económicas y cómo, gracias en parte al apoyo del resto de equipos gallegos, la entrada en la categoría superior fue posible.

No se puede decir que haya sido un gran año para ellos, algo casi habitual cuando se afronta un nuevo reto. Pero conocemos su espíritu de lucha y vemos cómo se le inculca ya a las categorías inferiores, así que estamos convencidos de que a partir de la próxima temporada las cosas van a cambiar para mejor.

Por otro lado, en la web del diario ABC encontramos un artículo que pone cifras a algo que los que practicamos, hemos practicado o estamos cerca del deporte ya sabíamos, y es que los niños que dedican parte de su tiempo a las actividades físicas crecen mejor en todos los sentidos. 

Sin embargo hay un detalle en el que no estamos de acuerdo completamente, pero que tampoco queremos demonizar, y es destacar el fútbol como mejor aliado para padres y profesores.

Opinamos que cualquier deporte o actividad física desarrollada por los chavales es beneficiosa para ellos y, desde el punto de vista social, para los padres. Cuántas veces hemos destacado la camaradería que existe entre los padres de nuestros niños cuando realizamos juntos algún viaje o nos apiñamos para empujar en la misma dirección (véase el ejemplo de la Outubrofest).

Pero aquí sí queremos dar un toque de atención respecto a algo que hemos presenciado personalmente y de lo que también hemos recibido comentarios de otros padres o espectadores de deporte infantil,  por desgracia referidos casi siempre al fútbol. Y es el antideportivo y antieducativo comportamiento de los adultos y hasta de los propios jugadores, posiblemente influenciados por sus ídolos del Bernabéu, Nou Camp, etc. 

Un niño practica un deporte para divertirse, no para ser el mejor y ganar millones. Y parece ser que hay padres que no entienden el término divertirse y confunden competitividad con rivalidad y a los árbitros con sacos de boxeo.

Hacer eso (y cosas peores) en espectáculos deportivos (o de cualquier tipo) nos pone por debajo del nivel mínimo de racionalidad, pero hacerlo cuando los protagonistas son menores de edad y jóvenes no queremos calificarlo para evitar polémicas.

Por suerte, estos casos no son mayoría y, a día de hoy en nuestro país, el deporte organizado y federado está al alcance de casi todos, y deberíamos aprovechar esa ventaja.

Y terminamos con un comentario hecho por el árbitro de fútbol Iturralde Gonzaléz. Se publicó hace algún tiempo, pero la vigencia de esa opinión siempre estará a la orden del día.

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